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Lázaro Forero afirma que Chávez lo convirtió en un preso político y que si tiene que volver a la cárcel, seguirá apostando por un cambio en el país. El comisario podría ser operado de la próstata en septiembre.

La libertad del comisario Lázaro Forero es temporal, según el artículo 502 del Código Orgánico Procesal Penal, si el penado “recupera la salud, u obtiene mejoría que lo permita, continuará el cumplimiento de la condena”.


Recordemos, que por padecer de cáncer en la próstata en escala 8, el pasado jueves 21 de julio le fue concedida una medida humanitaria al comisario sentenciado a 30 años de prisión por los sucesos del 11 de abril de 2002 y detenido desde hace seis años y siete meses en la sede del Sebin en Caracas.

“Es preferible preso sano que libre enfermo. Mi prioridad es curarme aunque tenga que volver a la cárcel. Después seguiré luchando para buscar la libertad con un cambio en el país. Todavía nos queda un recurso que no hemos querido interponer porque el TSJ no garantiza imparcialidad. Aspiramos que algún día se haga justicia”, dice y explica que es un recurso de revisión en la Sala Constitucional.

-¿Se considera usted un preso político?

-No es que me considere, sino que el Gobierno me trata como tal porque aunque estoy sentenciado por delito común (cooperador inmediato en dos homicidios), me tienen en la Disip, donde están presos emblemáticos, presos del Gobierno.

-¿Se arrepiente de alguna decisión que tomó el 11 de abril de 2002?

-No me arrepiento de nada porque salvé muchas vidas. Estoy en paz con mi conciencia. Hubo 19 muertos, pero no todos fueron en la jurisdicción donde estaba la PM. Nosotros evitamos cualquier cantidad de muertos arriesgando nuestra propia vida.

-¿Le envía algún mensaje al presidente Chávez?

-Que así como hizo este exhorto, le digo que en las cárceles hay muchos presos que necesitan ser atendidos en sus casas por otras enfermedades menos graves. Esa gente ya ha pagado mucho tiempo siendo inocente. Si nos querían castigar, ya nos castigaron.

-¿Nota algún cambio en la política venezolana?

-El país está mucho peor que antes. Al menos los políticos están haciendo un esfuerzo por competir contra el presidente Chávez en las próximas elecciones y se han unido a pesar de sus diferencias. Pero los políticos del Gobierno siguen dedicados a su proceso revolucionario que sólo es utilizado para su bienestar personal.

De ser detenido nuevamente, Forero puede obtener en julio del año que viene el beneficio procesal del Destacamento de Trabajo, el cual le permitiría salir a trabajar en el día y pernoctar en un centro especializado.

-¿Cómo eran sus días en la prisión?

-No tenía nada que hacer. Donde yo estaba no hay sitios de trabajo, estudio, recreación ni luz y aire natural. Uno pasa el día tratando de que transcurran las horas lo más pronto posible, viendo televisión, leyendo y haciendo un poquito de ejercicio. Pero cualquier día que yo te diga, lo multiplicamos por 365 y te da todo lo que hacía durante un año porque siempre era lo mismo.

-¿Aprendió algo a lo largo de la reclusión?

-De lo negativo, siempre hay un aprendizaje. Como uno esta ahí tan restringido, aprende a valorar desde un cubito de hielo hasta una comida caliente, a los compañeros que nos apoyamos mutuamente y a la familia que sólo podía verla dos veces a la semana por 3 horas. Te hace aprender que a la familia hay que dedicarle tiempo, siempre con la necesidad de seguir viviendo y de buscar tu libertad. Te hace mantenerte firme, con esperanza y fortaleza; aprendes a llegar a Dios, pedirle y agradecerle.

-¿Extraña algo de la prisión?

-A mis compañeros; vivir en un espacio tan pequeño con 30 personas, aprender de ellos, vivir sus enfermedades, sus pocas alegrías y ver a sus hijos crecer.

-¿Percibe alguna transformación en su esposa y sus siete hijos?

-Ellos fueron unos luchadores permanentes para lograr mi libertad, libertad que no he logrado. Mi ausencia les pegó mucho y ahora están más sensibilizados, más apegados a mí. Quieren compartir mucho conmigo quizás pensando que, en algún momento, pueda volver a la prisión.

Por: Patty Fuentes Gimón