La intolerancia puede revestir la forma de la marginación de grupos vulnerables y de su exclusión de la participación social y política, así como de la violencia y la discriminación contra ello Foto tomada de http://4.bp.blogspot.com/
La intolerancia puede revestir la forma de la marginación de grupos vulnerables y de su exclusión de la participación social y política, así como de la violencia y la discriminación contra ello Foto tomada de http://4.bp.blogspot.com/
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Mayo 01, 2016.-En un mundo tan plural y diverso como el actual se enfatizan con mayor fuerza el respeto, el reconocimiento y la comprensión como los valores sobre los cuales se deben sustentar las relaciones humanas desde todas las perspectivas en que las mismas se desarrollan. Hace veinte años, en 1995, los estados miembros de la Unesco, es decir, la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, entre los que se encuentra Venezuela, proclamaron y firmaron en París la Declaración de Principios sobre la Tolerancia. El documento tiene sus bases en la Declaración Universal de los Derechos Humanos de la ONU que data de 1948.

El tema de la tolerancia como un derecho humano se refleja con nitidez en los contenidos de este último documento que tiene un carácter global. Por ejemplo, el artículo 18 se refiere al derecho de libertad de pensamiento, de conciencia y de religión; seguido del artículo 19 que destaca: “Todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y de expresión; este derecho incluye el de no ser molestado a causa de sus opiniones, el de investigar y recibir informaciones y opiniones, y de difundirlas, sin limitación de fronteras, por cualquier medio de expresión”. Obviamente que la censura abierta o velada y la autocensura coartan negativamente ese derecho.

Un gran precursor del ejercicio de la tolerancia, primero religiosa, y luego universal, fue el filósofo inglés John Locke, quien en el siglo XVII vivió en una sociedad conmocionada por la violencia y la intolerancia, lo que le valió exiliarse en Holanda durante un tiempo para preservar su integridad. Locke sostuvo que la tiranía como forma de gobierno no soporta ni posiciones ni opiniones contrarias; los tiranos, en su intolerancia, buscan acosar, silenciar y censurar, por eso en su Segundo Tratado del Gobierno Civil advirtió: “Allí donde termina la ley empieza la tiranía, si la ley es transgredida para daño de alguien. Y cualquiera que en una posición de autoridad, excede el poder que le ha dado la ley y hace uso de la fuerza para imponer cosas que la ley no permita cesa en ese momento de ser magistrado y puede hacérsele frente igual que a cualquier hombre que por la fuerza invade los derechos de otro”. Locke escribió un ensayo y tres cartas sobre el tema de la tolerancia. Leonidas Montes, comentarista de los referidos textos, destaca la importancia y la trascendencia en el tiempo del legado de Locke: “En especial, su defensa de la tolerancia representa una llave fundamental para el desarrollo del mundo moderno. Una importante consecuencia ha sido el hecho de que el ciudadano puede finalmente dar a conocer la voz de su conciencia”.

Dentro del mismo tema, el intelectual italiano Umberto Eco, recientemente fallecido, en su libro Cinco Escritos Morales habló en torno a la intolerancia salvaje que desconoce cualquier derecho humano: “La intolerancia salvaje se basa en un cortocircuito categorial. Un cortocircuito terrible”. Y propone como antídoto a la intolerancia la educación: “La intolerancia salvaje se ataja de raíz, a través de una educación constante que empiece desde la más tierna infancia, antes de que se escriba en un libro y antes de que se convierta en una costra de conducta demasiado espesa y dura”.

La Declaración de Principios de la Tolerancia al hacer referencia sobre lo que significa este concepto en nuestros tiempos expresa: “La tolerancia consiste en el respeto, la aceptación y el aprecio de la rica diversidad de culturas de nuestro mundo, de nuestras formas de expresión y medios de ser humanos. La fomentan el conocimiento, la actitud de apertura, la comunicación y la libertad del pensamiento, de conciencia y de religión. No solo es un deber moral, sino una exigencia política y jurídica. La tolerancia es la responsabilidad que sustenta los derechos humanos, el pluralismo, la democracia y el Estado de Derecho”.

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