Junio 12, 2017.-El problema, entonces, es la plaza: la Plaza Monumento a CVG que, se supone, es de todos los guayaneses. A la dictadura, representada, engalanada y aupada en Bolívar por su servidor regional, el gobernador Francisco Rangel Gómez, no le viene en gana que la oposición llegue a esa, la Plaza Monumento. De todos los guayaneses, se supone.

No le da la gana. Es la única explicación que impone el sobrepeso de la lógica. No le da la gana a Rangel Gómez. No le da la gana a la dictadura. No le da la gana al Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV). A esta plaza no llegan. Punto.

Desde el 19 de abril ha habido muestras de sobra. Porque la oposición ha marchado hasta la sede de la Defensoría del Pueblo y nada ha pasado. Pero es la plaza. Y para eso utiliza Rangel Gómez y utiliza la dictadura a su brazo represor preferido: la Guardia Nacional Bolivariana.

Nomás tuvo la Mesa de la Unidad Democrática que convocar una marcha en contra de la Constituyente hacia esta, la plaza de las discordias, para que amaneciera militarizada. Como amaneció el miércoles pasado: militarizada, para que la multitudinaria marcha de estudiantes no llegara.

Pero los represores suelen superarse en su capacidad de bestialidad.  Y si el miércoles dispersaron a los manifestantes apenas llegaron a la plaza, este sábado no los dejaron ni aproximarse. Comenzó así la nueva modalidad de la represión en Ciudad Guayana.

Porque sí

La MUD había convocado la concentración inicial para las 9:00 de la mañana. La avenida Guarapiche, de Unare, aún no era multitud a las 10:30. Decidieron los organizadores avanzar solo por Unare y regresar al punto de origen: el Centro Comercial Atlántico, en esa misma avenida.

Una vez allí, hubo quienes decidieron que había que ir a la plaza. Hubo también quienes se plegaron. Hubo, también, quienes desistieron. Democracia. Ni modo.

La marcha llegó a Alta Vista por la avenida Guayana. Bordeó la redoma de la Paz y enfiló hacia la plaza. En ese momento, después de mediodía, las primeras lacrimógenas dispersaron la concentración. Los marchantes huyeron hacia el Orinokia Mall. 

Represión  bajo techo

Motorizados de la GNB irrumpieron en el estacionamiento del centro de compras. Las lacrimógenas también. De allí se llevaron a Maicol González, de 22 años; y a Eduardo José Alfonso Peña, de 27; ambos, estudiantes de la Universidad Bicentenaria de Aragua (UBA). Luego intentaron llevarse a un muchacho pero se zafó lanzándose de la moto y refugiándose en el centro comercial.

A tres jóvenes los golpearon en la estación de servicio ubicada dentro del mall  y, luego, los dejaron ir. Al dirigente juvenil de Primero Justicia Rambelk Hernández le dispararon una bomba lacrimógena que le fracturó el antebrazo.

Una lacrimógena golpeó en el abdomen a una de las manifestantes, Oriana León, de 23 años. En total, seis personas terminaron hospitalizadas debido a la represión (Manuel González, Alex Velásquez, Adriana Quintero y Jorge Martínez, además de Hernández y León).

La cosa no quedó allí. El afán persecutorio de los guardias los llevó a destrozar las puertas de vidrio del centro comercial. También lanzaron lacrimógenas dentro.

La feria de comida se convirtió, así, en una sala de primeros auxilios. Los pasillos, en una confusión consistente por la que corrían uniformados de la Cruz Roja.

La gerencia evacuó el centro de compras y cerró por el sábado: los gases lacrimógenos impregnaron todo.

Fue así como se dispersó la concentración. Nadie empujó. Nadie tiró piedras. Nadie dio razones para que la Guardia Nacional impidiera el paso.

Así fue en Ciudad Guayana el día 67 de protestas en contra de los arrebatos dictatoriales de Nicolás Maduro, cuyo empecinamiento ha matado a más de 60 venezolanos. Así, además, un venezolano -un guayanés- estuvo cerca de ser asesinado por las fuerzas represivas de la dictadura, pues cabe perfectamente una pregunta: ¿y si Rambelk Hernández no hubiese tenido el reflejo de atravesar el brazo y parar el bombazo?

Así, también, se le negó la plaza a los guayaneses que discrepan del gobierno: la misma plaza por la que hace unos días, el PSUV estuvo sin contratiempos ni impedimentos. Es la misma plaza a la que ahora la oposición no puede ni acercarse. Porque a la dictadura no le da la gana.

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